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La partida sexual: el ejemplo del Funk carioca

Una batida un ritmo, resuena aquello que es nuestro en lo más íntimo, lo conocido, lo extraño, lo mío y lo ajeno. Todo sonido es un abridor de envoltorios, como diría Pascal Quignard . El cuerpo nuestro envoltorio más personal y singular, es igual y diferente a la vez, el tiene sus propias melodías y ritmos. La danza le da al cuerpo femenino el poder de la posesión y del enigma, le permite mostrar su lado erótico y seductor. Las danzas son parte de rituales de procreación, los movimientos de determinadas áreas del cuerpo intentan demostrar el atractivo sexual y competitividad reproductiva. Desde el Psicoanálisis Lacaniano, esa partida sexual es un juego de parecer entre los sexos, ellos se adentran a un juego de seducción, a un juego de máscaras, intentando mostrar para el otro lo que no es ni se tiene, ese juego entre los sexos lo intentaré ejemplificar con la música Funk carioca, un estilo oriundo de la ciudad de Rio de Janeiro.

El Funk tiene sus orígenes como un legado del Hip Hop, que nace en el Bronx en Nueva York. El Hermano Vianna es una de las pocas referencias de estudios antropológicos detallados sobre el Funk carioca. El cita que “según el Webster Dictionary el significado de la palabra Funky era foul­smelling (mal olor); offensive (ofensivo) y que fue en el año 68 que la jerga Funky dejó de tener un significado peyorativo, casi una ofensa y comenzó a ser un símbolo de orgullo negro en los estados unidos”. Los inicios del Funk en la ciudad de Rio de 2 Janeiro estuvieron caracterizados por la presencia de un ritmo llamado Miami Bass, proveniente del estado de la Florida, EEUU. Unas décadas después a partir del año 2000, ese ritmo fue sustituido por el llamado Tamborazo, caracterizado por una batida rítmica de atabaque electrónico, acompañado de letras que pasan a tener un contenido sexual y erótico. Surge así una nueva modalidad del Funk, que pasa a llamarse como Funk Putaria.

El empleo de la palabra “Puta” para llamar esa nueva vertiente del estilo, indica que se parte de una referencia a la mujer, específicamente aquella cuya moralidad es cuestionable y su integridad sexual se pone en duda. Freud en “Sobre un tipo especial de elección de objeto en el hombre” , ya decía que es la mujer sospechosa, cuya pureza y fidelidad pueden 4 ponerse en duda, la que eleva el deseo del hombre. La corriente erótica en los hombres es destinada a satisfacerse con mujeres degradadas, con las cuales no supongan repugnancias estéticas para satisfacer sus instintos sexuales más bajos y perversos. Lo cual es difícil de llevarse a cabo a través de la corriente cariñosa, que se deriva de la relación primordial con la madre. Esta falta de confluencia entre las dos corrientes sería la causa de la impotencia psíquica masculina para Freud.

Freud propone que el hombre necesita degradar el objeto para poder amarlo o desearlo. Para referirse a esa degradación, emplea la palabra alemana Erniedrigung, cuyo significado se relaciona con un acto moralmente degradante, humillación o reducción para un estado inferior. La palabra degradación en español tiene su origen en el latín degradatio, que indica también una privación, pérdida de una cualidad o característica. En este sentido cuál será la cualidad que se ha perdido, sera que ese predominio del placer sexual se origina por una falla de la ley simbólica para delimitar los goces o por el contrario por una supremacía  del goce sobre la palabra.

Ene Seminario 5 , Lacan hace referencia a la palabra “Erniedrigung” empleada por Freud, indicando que ese “Erniedrigung” de la vida amorosa refleja la disociación entre el amor y el deseo, los sujetos no abandonaron el deseo incestuoso por la madre, creando una fijación a ella, que le impide abordar a la mujer en la medida en que esta tenga un estatuto de ser amable, de ser humano, de ser en el sentido pleno y acabado, de poder dar y darse. Por lo cual, el hombre va a buscar su deseo en la prostituta en la medida en que esta es opuesta a la madre para poder subordinar, lo que el hombre va a buscar en la prostituta es el falo que habita en ella, el falo de todos los hombres. En ese sentido, la mujer puta encarna el falo. 
La letra de una música funk dice: “yo lavaba y planchaba y tu le dabas valor, ahora que soy puta tu quieres hablar de amor” (Musica: Largei meu marido agora virei puta. Grupo: Gaiola das Popozudas). Esta letra deja ver dos cosas interesantes, la primera sirve para corroborar la degradación del objeto amoroso en el hombre, que solo le habla de amor cuando ella se transforma en puta. Por otra parte vemos que la respuesta femenina no es la prohibición y si la liberación sexual. Es importante resaltar que no es solo el hombre que usa el adjetivo “puta” sino que ella misma se llama puta y utiliza otros sinónimos como cachorra, gatita o piraña, como se ve en otra letra del mismo grupo que dice “ahora soy piraña y nadie me va a detener”. Estos adjetivos sinónimos entre sí, describen una mujer potente y vigorosa, disponible para el placer sexual, que deja de lado la valoración moral para entregarse al disfrute sexual.
El ejercicio de la sexualidad es puesto en escena con varios parceros, como ejemplifica la letra “hoy no lo voy a dar, lo voy a distribuir”, mostrando que el otro del cual voy a gozar puede ser cualquiera, exaltando la falta de pudor frente al cuerpo y a la sexualidad. Sin embargo en otra letra llamada “puta de un solo hombre”, se ejemplifica que la misma conducta también puede estar destinada a un solo parcero, “si, soy puta con contrato oficial… no soy puta de zona, soy puta de un solo hombre”. Lo cual me recuerda las meretrices aristocráticas que se volvieron muy famosas en la ciudad de Rio de Janeiro en el siglo XIX, una clase de prostitutas mantenidas por ricos políticos en bonitas casas, que no esperaban sus clientes en las zonas de los “rendez­vous”.
En consecuencia, en la partida sexual del estilo funk carioca, la mujer se coloca en la posición de ser una mujer libre sexualmente, potente, vigorosa, capaz de satisfacer los deseos eróticos masculinos, lo cual aparentemente es una característica muy valorada y que eleva el deseo masculino. Entonces la palabra puta no es utilizada como un descalificativo o como una condición degradante y si como una cualidad, que le permite a la mujer ser colocada en una posición de objeto causa del deseo por su potencia sexual, equipara a la del hombre. En otras palabras la conducta sexualmente degradante de “ser puta” consigue adquirir una  valoración positiva dentro del funk carioca.
El significante puta, introduce el goce fálico, el goce de la palabra que se relaciona con lo simbólico para darle forma al cuerpo y a la relación con el otro sexo a partir de la falta. La mujer demuestra tener el falo o la llave que le da el acceso a él, a través de su cuerpo. “Mi pussy es el poder, mujer burra es pobre, pero te voy a decir, si fuera inteligente puede enriquecer, da carro, apartamento, joyas, ropas y mansión, coloca silicón y hace lipoaspiración, implante en el cabello con carita de actriz, aumenta sus nalgas para poder estar feliz”. Ella tiene “el pussy”, órgano sexual femenino, que le permite tener poder y riqueza, pero aun así necesita de un hombre, porque “el pussy” por sí solo no le va a dar el dinero para cumplir sus deseos. Es el hombre que busca el placer de su “pussy” que le va a dar el acceso a los objetos imaginarios, que le permiten mantenerse en su posición fálica.
De todo su cuerpo, el “pussy” se destaca como la parte más importante, de la cual extrae el goce y sustenta las otras partes. “El pussy” representa el significante fálico que el hombre va a buscar en ella, la pregunta en la partida sexual no gira alrededor del deseo, la pregunta se formula sobre el objeto de goce, de manera directa, sin pasar por los velos del semblante. El goce sexual está al descubierto y la sexualidad no está relacionada al amor, sino con una actividad de trueque, esto remite nuevamente al asunto de la valoración de ligereza sexual femenina, sin ninguna  relación a la vergüenza y pudor. 
En el juego de parecer entre los sexos, el pudor vela las partes del cuerpo relacionadas con el erotismo y la sexualidad, en favor del deseo. Pero con la caída de los semblantes y la primacía del goce, se pasa a la objectidad del cuerpo sin la defensas del Aidos. La falta de pudor se articula con la aparición del falo, que está expuesto, crudo y desnudo, en consecuencia  el cuerpo es tomado como objeto de goce sin mediación significante.
Existe también una categoría de bailarinas, llamadas mujeres frutas, que se llaman a sí mismas con nombres de frutas para destacar un atributo corporal, como por ejemplo, la mujer fresita, manzana, melón, melancia, yaca, piña, cereza y pera, la categoría creció no solo para frutas, también está la mujer filé, full equipo, traviesa entre otras. Esas denominaciones muestran cómo la mujer intenta decirse a través de un significante, que encarna el falo entorno de lo sexual. A partir de allí se construye un imaginario, que tiene como referencia el falo incorporado en el cuerpo, sin la mediación de semblantes. Nace un cuerpo fálico, en el cual confluyen goce y imaginario, en supremacia sobre lo simbólico. “Yo tengo el falo, que es el cuerpo o una parte de el, y es todo de goce” puede ser una forma de decir la relación con el otro, que parte de un cuerpo que nace como fuente de goce, entregado a la satisfacción sexual.

Referencias Bibliográficas

Carvalho, A. Funk­se quem quiser. Rio de Janeiro: Editora Bom Texto, 2011.

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Freud, S. “Sobre un tipo particular de elección de objeto en el hombre”. Em: Obras completas, Vol XI. Buenos Aires/Madrid: Amorrortu, 1979.

Freud, S. “Sobre la degradación más generalizada de la vida erótica”. Em Obras completas, Vol XI. Buenos Aires/Madrid: Amorrortu, 1979.

Lacan, J. La significación del falo. Em: Escritos (1936­1966). Madrid: Editorial Biblioteca Nueva, 2013.

Lacan, J. O Seminário, livro 5: as formações do inconsciente (1957­1958). Rio de Janeiro: Jorge Zahar Editor, 1999.

Lacan, J. O Seminário, Livro 17: o Avesso da Psicanálise (1969­1970). Rio de Janeiro: Jorge Zahar Editor, 1992.

Lacan, J. O seminário, Livro 20: Mais, ainda (1972­1973). Rio de Janeiro: Jorge Zahar Editor, 2008.

Miller, J­A., “Nota Sobre a Vergonha”. Em: Opção Lacaniana, nº 38. Rio de Janeiro, 2003.

Murta, A. “De qual pudor falamos em análise?”. Em: Opção Lacaniana Online, nº 9. Rio de Janeiro, 2012.

André, S. O que quer uma mulher. Rio de Janeiro: Jorge Zahar Editor, 2011.

Vianna, H. O Baile Funk Carioca, Universidade Federal de Rio de Janeiro, Rio de Janeiro, 1987.

 

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